Los TTM y DOF afectan al paciente de forma aguda y/o crónica, los cuales son atendidos en algunas oportunidades por profesionales no especialistas; incluso pueden ser atendidos por especialistas en la patología, pero en ocasiones no logran resolver a tiempo esta enfermedad afectando severamente la calidad de vida de las personas.
El desarrollo de este síndrome (variados y múltiples signos y síntomas) se puede iniciar a temprana edad, por ejemplo, desde los 13 años y tener un desenlace difícil de remediar en la adultez, habitualmente entre los 30-40 años; e incluso, algunos llegan a inicio de la tercera edad.
Por lo tanto, la responsabilidad de atender, tratar y solucionar este síndrome es del paciente y del profesional especialista correcto.
Un tratamiento adecuado y oportuno es clave para obtener una calidad de vida adecuada.